Te cuento algo, con 17 años estaba de rodillas en la oficina del orientador del instituto, con el corazón latiendo fuerte en mi pecho.

Suplicaba, con una mezcla de desesperación y esperanza, que me permitieran estudiar lo que tanto deseaba, informática.

Mi madre, a mi lado, apoyaba cada palabra con lágrimas en sus ojos. Pero la respuesta fue un «NO» rotundo.

La razón del orientador: mi nota media no era suficiente. En ese momento, entre la frustración y el rechazo, me hice una promesa:

Encontraría el camino para que cualquiera con ganas pueda estudiar lo que quisiera. No basándose en un número, no basándose en un papel.

Aquel día cambió todo; marcó el inicio de mi misión.

La misión es que para aprender algo, solo necesites 2 cosas. Ganas y medios para hacerlo. No una nota. No un orientador.

Así que, asegúrate de poner las ganas. Que yo me aseguro de ponerte el medio.

Es absurdísimo, tan absurdo como cuando no te dejan entrar a un bar solo porque no vas vestido como una figurita de las que se compran en la sección de juguetes. Cuando tú solo quieres divertirte y olvidarte del duro día que has tenido tomando una cerveza.

Es absurdo no dejarte entrar. Por eso, ahora, me dedico a formar a personas como tú para que consigan vivir y trabajar como programadores. 

¿Te ha pasado de estar sentado en tu sofá, repasando tu vida, pensando en tus sueños y en cómo alcanzarlos? Y darte cuenta de que lo único que te separa de tus metas es una palabra: acción. No cualquier acción, sino una impulsada por la formación correcta, la mentalidad adecuada y, lo más importante, el arte de conseguir a través de tu propio esfuerzo. Aquí es donde entro yo.

Estoy aquí para mostrarte cómo. No prometo un camino fácil, pero sí uno que valdrá la pena. Porque al final del día, la única pregunta que importa es: ¿Quieres ser parte del montón o quieres destacarte y hacer un cambio de verdad? 

Un deseo no cambia nada. Una decisión lo cambia todo.

La decisión es tuya.